domingo, 1 de octubre de 2017

Cadáver

Destellos en el suelo, las  niñas pequeñas usan brillos en el cabello, en la cara, de colores.
Morado, verde, rosa, azul, amarillo... colores.
A ella le gustaban especialmente los morados y violetas, desde chico.
La primera vez que los uso supo que siempre le gustarían, que eran mágicos y bonitos, y que el día que muriera quería que le cubrieran los ojos con brillos para no verse tan muerto. Su padre había muerto hacia un mes, y su rostro lució palido a pesar de ser negro. Vivían en Veracruz, nacido en alguna isla del caribe. Su madre era bruja, y su padre pescador, y su abuelo, y su bisabuelo también lo fueron, así que el debía serlo aunque no quisiera.
Las sirenas inundaban sus sueños, brillantes escamas de colores. Solo le gustaba ir a pescar al mar para ver si en una de esas podía ver una sirena. Pero nunca pasó.
El día que el padre murió, fue culpa suya, si, de Pablo. Se fue a buscar a las sirenas con la puesta de sol, y allá se le hizo noche. El padre al ver que le faltaba la lanchita pidió prestada una para ir a buscar a su único hijo varón, lo fue a buscar al mar. Nunca volvió.
El pequeño Pablo regreso por la mañana, regresado a tierra por el mar gentil de ese día. Pero cuando volvió el padre no estaba, solo la lancha había vuelto, sola. Días después el mar escupió un cadáver. Nunca se supo como fue que pasó, el era buen nadador, y a pesar de haber caído, se podía haber salvado. Pero no fue así.
"Tal vez las sirenas lo mataron", le dijo un día Don Gaspar a Pablo "esas no son cosa buena".

Publicado el 5 de Enero de 2016 en Hieronymusforget

El día que la nube bajo del cielo e inundo el campo con su llanto

No recuerdo casi nada. Tengo la memoria perdida.
Solo recuerdo haber visto como bajaba esa nube. Nube blanca, bajó como si se tratara de una escena teatral. Bajó y comenzó a llorar. Tal vez esa nube pesaba demasiado.
Inundó el campo. Ahora esto parece un valle, repleto de verde. Germinado.
El agua cura todos los males. El agua quita lo sediento. Alimenta al alma cuando está reseca. Te comunica a otra esfera. El agua es magia.
Mi abuela solía mirarme mientras llovía, la lluvia calmaba su tos, y yo me quedaba muy quieta mirando las gotas caer haciendo ondas hipnotizantes en el suelo. Cuando los días eran lluviosos el pequeño jardín de la abuela se llenaba de pequeñas corrientes, como un río miniatura que corría entre las piedras y las plantas de aquel jardín donde la abuela solía cuidar sus flores. Pero esos días terminaron.
Ahora la lluvia casi no cae, y cuando cae ya no la observo.
Ese día, ese sueño, la lluvia inundo mis pensamientos, revivió el jardín que se había convertido en desierto. Tal vez demasiado tarde, los girasoles ya habían muerto.


Publicado el 7 de Junio del 2015 en Hieronymusforget

Recuerdo 1

La casa se cae a pedazos.
Algo huele terriblemente mal.
Hace unos días me quede sola, en medio de la noche, con las luces apagadas. Todos aprovecharon para dejarme aquí, Esa noche el viento sopló enojado apagando las velas, en la oscuridad no me puedo mover, los espíritus me encadenan.
Decidieron largarse aún sabiendo que no tenían nada afuera. Desde hace meses me querían dejar.
Primero trataron de venderme, pero nadie me quiso comprar. Ya soy muy vieja.
Luego trataron de perderme, pero encontré el camino de regreso. Mi gato me fue a buscar.
Después dejaron de alimentarme, pero encontraba comida en el jardín. Los polluelos no saben volar.
Me odiaban. Yo los amé intensamente. Ahora ya no me acuerdo de sus rostros. Solo recuerdo que me dejaron.
No quiero salir afuera, algo ronda el jardín. Tal vez sea la muerte que viene por mi.
Recuerdo a mi niño. Un niño con perdigones coronándolo, pequeños polluelos tan tiernos como él. Me resulta un recuerdo insoportable.

Publicado el 4 de Junio de 2015 en Hieronymusforget

1. Herida

La brisa fresca de la mañana me despertó, esa luz nueva y blanca que toca gentilmente las copas de los arboles, parece que juguetea con las hojas como un baile de felicidad, recorre las hojas hasta que sus tibios rayos caen en  mi rostro, me acarician. Cierro los ojos por un momento tratando de recordar cómo me acariciaba mi madre en las mañanas cómo esta, mañanas en las que me sentía afortunada. Una cálida luz de consuelo, pero no es consuelo lo que quiero; sin embargo agradezco la intención y sobre todo, agradezco el que me haya despertado de ese dulce sueño, uno de esos sueños que ya no valen la pena tener. Las ilusiones no tienen cabida en mi, ni en nadie que aún viva.
Me enderezo lentamente, dolorida, herida, hambrienta. Ya han pasado tres días desde la última vez que probamos bocado. Cada vez que despierto parece que duele más, ya no me mantengo fácilmente en pie, me sostengo un costado, estoy sangrando, él me mira y ríe:
—Me sorprende que no te hayas desangrado mientras dormías.
—Tengo una jodida suerte— dije mientras me enderezaba lentamente.
—Vaya que si, hoy nos llevarán al rastro.— Dijo Jerome con ironía.
Es la primera vez que me llevan al rastro, he oído hablar de ese lugar, que como bien lo dice su nombre es un lugar de comercio, intercambio de presas de todo tipo, alimentos, joyas, objetos, para los que aún se dan esos lujos. Pero Jerome ya ha estado varías veces ahí. Esta es la primera vez que va como presa, a ser vendido como esclavo, o quien sabe que.
Después de la caída, todo se fue a la mierda, la diplomacia duro lo más que pudo soportar, hasta que quedó como un termino obsoleto. Otras personas tienen el mando. La mayoría de los tribunales, sociedades, uniones o lo que sea que hayan sido, desaparecieron, muchos de ellos asesinados a modo de acto simbólico, o eso es lo que oí cuando aún vivía del otro lado, en mi tierra.  Aquí, ahora, no se nada de lo que ocurre en el mundo.
Observo, la mayoría sigue durmiendo, la noche fue fría, están por venir las ultimas noches del invierno. Los amaneceres han comenzado a anunciar la primavera. Se escucha un llanto sordo y quedo, volteo a mirar al único niño que sobrevivió el frío y el hambre de estos meses, las lagrimas corren limpiando la mugre de las mejillas, lagrimas que parecen revestir la piel con terciopelo, hasta llegar hasta los labios agrietados y al rojo vivo.
Por la mañana la más anciana del grupo murió, deshidratada como todos aquí. Tenía una infección estomacal que nos mantuvo a todos alejados de ella en sus últimas horas, ciertamente cada quien se preocupa únicamente por sí mismo y nada más, somos como cabras espantadas y nerviosas, todas corriendo por su lado para intentar salvar el pellejo.
Como todas las mañanas, esos hombres llegan, rodean la jaula y nos miran con detenimiento, con ojos acusadores, ojos muy abiertos, llenos de venas rojas y violetas, miran el cuerpo sin vida y tieso de la vieja que ya ha empezado a heder, hablan entre sí, pero ya no puedo atender a sus charlas, no pongo atención a nada, sólo pienso y pienso en lo cerca que estuvimos de salir de éstas jaulas humillantes, jaulas de esclavos en este siglo, parece impensable.

Publicado el 1 de Junio de 2015 en Hieronymusforget