domingo, 17 de abril de 2011

a veces: Ahora … a veces: Antes …



Por esos días ...

Hay veces que no recordamos con exactitud cómo es que sucedieron todas las chingaderas qué nos pasan en la vida, inducidas, o más bien “seducidas” por nuestros jodidos actos; sólo recuerdo mis manos laceradas, amoratadas, mi alma dolorida. Había pasado (… y sigue sucediendo) tanto tiempo evitando equivocarme que olvidé que soy lo que soy, olvidé qué debo aprender, olvidé qué para aprender debo errar, sufrir y llorar, sentirme feliz, sentirme … ¿cómo jodidos debo sentirme?.
“Joder soy joven”… oír eso me acabo de joder (ya son muchas jodidas: omite la palabra jodido Victoria). Me puso a pensar, o más bien divagar. Y finalmente una pregunta: ¿Qué eh estado haciendo todo este tiempo? ¿Por qué ese maldito afán de no equivocarme?.
Sólo tome lo que quería y me eche a correr despavorida, conciente de ello y huyendo con lo hurtado en las manos, me dejé llevar por el dicho, “ladrón que roba a ladrón …”, y después toda esa inocente venganza; Ese maldito ego discapacitante, que me  c a g a b a, después de eso y de tantos descalabros interpersonales y “sociales” ya no sabía que esperar de la gente, ¿Qué esperar de mi? Y de ahí nació otra cuestión: ¿Qué esperar justo ahora?.

Después vino un tiempo a solas, momentos ya necesarios de silenciosa quietud y desgane, aislada por completo, tejiendo, leyendo uno de mis ermitaños preferidos, bebiendo té todo el día, en pijama; fue, ciertamente, enfermizo, hundiéndome en el maldito sabor del adiós y el ahora; justo ese día en el que me decidía por fin salir de mi trivial rutina psicoenergumena (esa ni siquiera es una palabra), recibí una llamada, esa voz, tu voz pesada, obviamente perdida por alguna sustancia, me pedía que fuera a visitarte; ¿saber que esperar?, maldita sea eres todo un circuito de violencia!… me encapriche, decidí no verte. 2 días después, estaba bajo tus sabanas, viendo películas, comiendo porquerías, dándote mi amor, todo lo que había pasado antes parecía nada ahora, me conforme una vez mas, ¿a caso sabes lo que es eso?, querías que te mimara, pero tu no te conformabas, quisimos intentarlo una vez más y bueno ahí estaba otra vez, de el lugar que hacía 6 meses había salido huyendo, maldiciendo. Continuamos en calma aparente durante ese mes. Todo el jodido mes estuvo rebonito. 
Estaba ansiosa por largarme del lugar, probar suerte, ver que tanto era capaz de olvidar. Días antes fui a verte, fumamos un poco y hablamos seriamente, de lo qué fuimos y lo qué éramos en ese momento, en el ahora … por primera vez en un año y medio, me sentía satisfecha, que tan frustrada debí haber estado que hasta llevaba la cuenta del tiempo, tomé mi cuerpo y me alejé sin premuras, disfrutando de ese logro tan postergado.

Días después estaba trepada en un autobús rumbo a Tancanhuitz, a lado de ese amigo, mi amigo. Ni siquiera me paso por la cabeza qué pasaría. Después solo pude sentirme errada otra vez, esa cursi despedida, qué me hizo sentir idiota una vez más y jamás pensé en quién me esperaba en casa, sólo paso, y  lo que pensé fue: “¿no tiene nada de malo, estoy satisfecha?” y no me di cuenta de esos dos grandes signos de interrogación que estaban justo al principio y al final. 
Transcurrió todo ese mes, entre el monte, con Virgilio, ese niño del qué me “enamore” (no suelen agradarme los niños, ni yo a ellos), con manifestaciones extrañas, sueños deformes, un calor intenso, lluvias interminables, agua helada, fruta fresca, hermandad, alimentación cerebral y enfermedad.
Muerte, frío, miedo, asco, dolor, emoción, hermosos amaneceres, niebla, pies descalzos en la carretera, animales, ojos llenos … joder jamás acabaría. Es mucha la nostalgia. Aún recuerdo nuestro caminar casi segados por la oscuridad, iluminados sólo por las estrellas y nuestras linternas, cumplí uno de mis más rudimentarios deseos: tirarme en la carretera y ver las estrellas, fue mucho mejor de lo que imaginé...
Por fin llego el día de volver, y creo que me alegraba dejar la letrina y los baños con agua fría. Pero era hora de regresar a lo incierto.
Me esperaba un respuesta, y una revelación, decir la verdad. 
Llevaba conmigo buenas historias, miedo nuevos y miedos olvidados. Pero no tenia la respuesta ni la revelación, no sabía qué esperar de ninguno de los dos, ni de mi.
Al llegar, no me sentía feliz, ni satisfecha, lloré un poco y abrace a Valentina. Me alegraba sentirla cerca, era mi hija.
Unos días después me visitaste, yo estaba mas delgada, con el cabello muy largo y mi piel acanelada por el sol. Me abrazaste, me reserve un poco, te pedí que camináramos quería alejarme de la casa. Ya no caminaba como antes. 
Hablamos de nuestras “aventuras”. Tocaste el tema, me sentía absurdamente intrigada, no sabía que pensabas en ese momento. Te dije que pensaras las cosas, sólo había pasado, pero si tu así lo decidías podía hacerme de la vista gorda y seguir cada quien por su lado. Hablamos de sentimentalismos.
Días después me enteré que había terminado. Y me sentí, tontamente satisfecha, ¿Qué tenia en verdad en mente? ¿Por qué no me había dado cuenta?
“Me saco de onda” descubrirme. Encontrar mis ocultas intenciones, o tal vez las cosas sólo se estaban dando. 
Curiosamente desde que volví, evite el reencuentro, no quería verle la cara.
Al  mirar sus ojos ya no estaba tan segura de esa pasada “satisfacción”, ya no estaba nada segura de haberme “desenmascarado”, ¿Qué me estaba pasando?
Ahora me sentía como la idiota más grande sobre la tierra, me sentía pesada.
Así que ya no sabía que había pasado, porqué había pasado todo. Y estaba otra vez en ese puto recoveco, aislada, pensado, me quedé contigo una semana más, la insatisfacción estaba a flor de piel y ese es un estado que no puedo soportar, te revelé todo dentro de mi, canté todo. 
Permaneciste en silencio, escogí un mal día. Te abalanzaste contra mi, ciertamente no era la reacción que esperaba, me quede esperando toda esa ira que contuviste por esos largos segundos, ¿sólo pudiste abrazarme y pedirme que me fuera?, también me sorprendió mi reacción, mis lagrimas y ese hueco, el recoveco se abrió un poco más, todo ese paquete de emociones, no las esperaba de mi, no era yo, ¿Quién soy yo?.
Y sólo pasaron los días …
Fui ingenua al pensar que no habría venganza … te presentaste esa tarde, absolutamente tu, como solías deprimirte los viernes, me miraste con ojos de felino ofendido y descargaste toda la ira que te reservaste ese día, sutilmente cómo es tu estilo, me hiciste saber una de tus jugarretas, sentí desvanecerme, pero seguía en pie, respondí con ironía, comenzamos una discusión, y comenzó la “terapia“, te odie. Y desde ese día no eh vuelto a saber de ti. Ahora me consuelo con el típico, “no fue para tanto” pero creo que esto sólo fue el detonante, ya nos habíamos lastimado mucho.
El lunes 16 de octubre del 2010, encontré el cadáver mi bebé, por la mañana, 
Me dirigí al lugar guiada por un instinto inexplicable, fue como si me llamara para que fuera por sus restos. En la casa hubo un caos de tristeza y lloré como una niña pequeña, como lloré el día de su funeral.
Me llamaste, viniste y nos fuimos, todo el día tuve los ojos inconteniblemente pesados, irónicamente ese mismo día creo que volvimos.

Domingo 6 de febrero 2011, 12:49 a.m. (por la madrugada)

1 comentario:

  1. Soy la insatisfaccion dentro de tu satisfaccion, la duda en tu seguridad, el amigo que queria ser algo mas...
    Soy el que cuenta malos chistes y con el que finjes reir.

    Soy quietud y calor.


    Este escrito te define.

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