La noche fue helada.Tus lagrimas entraban en mi boca.Un suspiro inflaba el pecho a falta de aire.El pesar del lecho de muerte debió ser insoportable y otra vez lo revivó.
El sol pega en el parabrisas y parece que nos incendiamos. El sol entibia mis manos y mi cabello, mi abrigo me abraza.
Abro los ojos y veo que seguimos al lado de un despoblado. Qué crudo fue el invierno en el que permanecimos.
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