Ésta es una historia simple, de desigualdad, de temor y de incomprensión. Empezará típicamente con el...
Había una vez una pequeña, llamada Bayne, vivía con sus dos hermanos mayores y su padre... él había enviudado hacía algún tiempo. Bayne vivía cerca de un arroyo el cual crecía cuando las tormentas azotaban el lugar, era ya invierno y el arroyo se había congelado, un crudo invierno, digno de no salir de casa hasta la primavera; las noches, se habían hecho más frías cada año que pasaba, noches oscuras y profundas, sileciosas, tétricas.
Una noche Bayne sintió miedo cómo jamás había sentido, la pequeña no sabía que era lo que le provocaba tal angustia, tenía un mal presentimiento... la congoja no la dejó siquiera dormitar durante la larga y helada noche. Casi al amanecer pudo oír un ruido, cómo si alguién husméara por su ventana, quisó voltear pero estaba demasiado asustada para hacerlo, sin embargo lo hizó, lentamente y temblorosa. Al voltear pudo ver un extraño humanoide qué le sonrreía tétricamente, ella sólo lo observó. Bayne y la criatura sólo pudieron abrir sus ojos en señal de mutuo asombro, por unos minutos sólo se miraron analizando la situación y valorando el peligro que corrían ambos al acercarse. Sin embrago el humanoide desertó primero y salió huyendo del lugar, inundándose en la espesa niebla de un amanecer frio de invierno.
Una noche Bayne sintió miedo cómo jamás había sentido, la pequeña no sabía que era lo que le provocaba tal angustia, tenía un mal presentimiento... la congoja no la dejó siquiera dormitar durante la larga y helada noche. Casi al amanecer pudo oír un ruido, cómo si alguién husméara por su ventana, quisó voltear pero estaba demasiado asustada para hacerlo, sin embargo lo hizó, lentamente y temblorosa. Al voltear pudo ver un extraño humanoide qué le sonrreía tétricamente, ella sólo lo observó. Bayne y la criatura sólo pudieron abrir sus ojos en señal de mutuo asombro, por unos minutos sólo se miraron analizando la situación y valorando el peligro que corrían ambos al acercarse. Sin embrago el humanoide desertó primero y salió huyendo del lugar, inundándose en la espesa niebla de un amanecer frio de invierno.
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