Todo se convierte en algo muy simple, nada extraordinario, no se goza, pero existe.
Desagradable como una rata muerta en el jardín como una anciana defecando en la plaza publica, como arrancarte una parte del cuerpo, sublevar el consciente y amarrarlo a un poste para obligarlo a ver la miseria, y lo miserable, lo que debería estar extinto o ser solo una amenaza del padre al hijo.
ocultar mis puntos erogenos bajo la tierra mojada, negarme a voltear a mirarte... negarme la existencia.
inocuo, como siempre, callado, pero mio.
Luces que podrían borrarme el rostro, que me dejan ciega cuando entre abro los ojos para mirar, pero es igual que si estuviese en penumbras, porque apenas si veo las siluetas como un negativo borroso.
nada en especial.