Es interesante ver como hemos cambiado, para bien o para mal, como hemos olvidado algunos quehaceres que antes nos removían las entrañas, y que nos hacían querer ser pioneros y precursores de la batalla, pero ahora las actividades con remuneración parten el espíritu y seguramente hastía de tal manera que olvidamos ese pasado. Ciertamente el mundo de la gente pobre no tiene tiempo de rebeldía; el alimento, la vestimenta, los servicios, la escuela, el pago de las deudas que fue usado para pagar todo esto obliga a dejar de pensar en el cambio, aturden y malsanan. Es un aturdimiento mediocre y devastador, imprescindible en el control de las masas.