Justo al anochecer Cordelia soñaba con su amor, su amor olvidado, su amor moribundo.
Por las calles, por el bosque, iba dejando su tristeza, que acongojaba hasta al mas duro de corazón.
Recordando sus huesos, y su carne, solo podía pensar en el final, como todo drama romántico su corazón estaba desecho y melancólico, pensaba en el suicidio, en el rencuentro con su amado, sus creencias sobre el más allá impulsaban a su corazón al fin más trágico.
Cual joven inexperta y desesperada tomó una soga, con la que rodeo su cuello largo y fino, y termino con su vida, la soga exprimió hasta el ultimo suspiro que había en su cuerpo.
Al despertar en el más allá se dio cuenta que todo era diferente, no había lagos cristalinos, ni el sol brillaba como en las tardes de abril, no había pajaros u otro animal silvestre, no había aire fresco, y lo más importante su amor no estaba en ese lugar... en cambio, había personas recogiendo espinas que pinchaban sus dedos, el aire era pesado, la tarde era sombría y lúgubre, y los lagos eran solo charcos de lodo... ¿estaba en el infierno?, a ella se acercó una mujer que vestía ropas blancas, sus labios color azul se abrieron para dirijirle unas palabras:
- Cordelia, pequeña... debo decirte que tu amado no esta aquí, el vive y se regocija sobre este abismo, sobre nuestras cabezas infortunadas, no debiste bajar hasta acá...
Durante la vida terrenal de Cordelia, aparecía esta mujer en sus sueños. Cordelia ya no podía hablar, en cambio cada que habría su boca, podían escucharse sonidos tenebrosos, cómo si algo se estuviera hundiendo dentro de ella...
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